Claudia De Stefano 2010-09-27 15:25:49
Claudia De Stefano

Mi madre Claudia es a quien debo poder hablar hoy con soltura sobre todo lo que me sucedió y debo explicar a los demás, ya que sin entender muy bien el qué y por qué de mis procesos, no dudó un sólo segundo en confiar en lo que me pasaba como algo natural que debía aceptar.


 

 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

“A quien a pesar de las adversidades que comportaría

 mi vida, aceptó el tratado..."

 

Matías G. De Stefano, 2006

 

   

   Hola, soy Claudia, la madre de Matías. He escrito muchos e-mail y he hablado con mucha gente sobre Matías, pero es la primera vez que lo hago sabiendo que mucha gente la leerá, en su búsqueda de apoyo como yo lo hice en algún momento. También he leído libros al respecto, todo después que Matías cumplió los 15 años y la verdad que me veía muy reflejada en las vivencias, pero a diferencia de los libros yo no veía a mi hijo como un niño superdotado, ni alguien a quien tenía que venerar, veía un adolescente que necesitaba mi ayuda. A pesar de que he escuchado a mi hijo de 15 años decirme en la cocina cosas que después de años leí en “Muchas Vidas, Muchos Maestros”, decían los maestros en sus intervenciones.
   Hablo de la adolescencia, porque la niñez a pesar de no haber sido igual a la de muchos niños, fue muy buena; dibujaba, esculpía, moldeaba la plastilina como nunca vi hacerlo a nadie, hablaba con los animales; planta o animal que encontraba tirada en la calle, terminaba en el patio de nuestra casa, contaba muchas historias, sobre todo a sus amiguitos para tenerlos entretenidos y conmigo hablaba de sus hadas. Pero a partir de los 12 años aproximadamente las cosas fueron cambiando, ya no se divertía tanto, estaba mucho más preocupado por todo (no por su entorno) sino por la humanidad en general, me decía que sentía el sufrimiento de todo el mundo y que soñaba muchas cosas, a partir de ese momento pasaron dos cosas: Primero, dejó de moldear y de jugar tanto con sus animales y paso a escribir en la computadora, horas y horas, cuando yo leía lo que escribía, le preguntaba de donde sacaba tanta imaginación y nombres raros, y él me decía que le venía a la cabeza casi sin pensarlo; Segundo, En su colegio me aconsejaron ver un psicólogo, allí empezó un recorrido por varios profesionales que me daban diagnósticos que yo no aceptaba, de ser el niño ideal, había pasado a ser el adolescente esquizofrénico por hablar del universo como si fuera su casa y de vidas pasadas como si las hubiera vivido ayer; yo también quería que lo ayudaran pero no que lo medicaran, quería que se sintiera tranquilo, que no era el único al que le pasaban esas cosas (eso le preocupaba mucho) y que seguramente le pasaba a más chicos que nosotros no conocíamos.
   Hasta los 15 años de Matías, nunca escuchamos hablar de niños índigos ni nada que se le parezca. A esa altura ya estábamos viviendo en España y un día me dijo que creía que eso de niños Índigo tenía que ver con él, estábamos en una librería en Barcelona y allí compré mi primer libro, lo leí en un día y no podía creer que estuviera leyendo nuestras vidas, con la diferencia que dije antes, para mi no era un superdotado, era un adolescente que sabía muchísimo sin haberlo estudiado, del Universo, de cómo organizar el mundo, y muchas cosas más, pero igual necesitaba ayuda.
   En España también me tocó el recorrido por distintos psicólogos recomendados por el colegio, pero así como ellos me aconsejaban medicarlo, igual que en Argentina, yo seguía en mi postura de que eso no era lo que Matías necesitaba. Cuando hice mi recorrido por los psicólogos en Argentina, en un momento dimos con una profesional que hizo por él más de lo que ella nunca supo, escucharlo y contestarle algunas preguntas que yo no sabía responder, y eso para él fue más que cualquier medicina, poder hablar con alguien que entendiera lo que él planteaba. Yo realmente lo que pensaba en España era que ya aparecería quien nos guiara, porque a pesar de todo lo mal que lo hemos pasado, siempre llegó la ayuda cuando menos lo esperábamos (con los años nos reiríamos de eso), porque cada vez que él dice: ya aparecerá alguien que me ayude con esto, ese alguien tarde o temprano aparece.
   Y aunque tuvieron que pasar 2 años más, en el 2005 encontramos a esa persona, otra vez por casualidad o causalidad (según Matías) y a partir de ahí se abrió un mundo para él, tanto en su interior como en su relación con el entorno que para mí fue lo mejor que pudo pasarnos en años. A partir de ahí, Matías siempre tuvo objetivos muy claros de lo que quería hacer, pero los caminos no siempre fueron los mejores, otra cosa que siempre dijo era que el haría mucho pero que sería yo quien le organizara cada cosa que él haga.
   Y así surgió, otra vez en Argentina, la idea de una página web, mucha gente ya lo ha escuchado y mucha más quiere hacerlo aunque su objetivo primordial son los jóvenes, esos que en este momento están viviendo lo que él vivió, sus estudios de psicopedagogía tradicional fracasaron pero no se ha rendido, piensa que ya llegará el método por el cual pueda ayudar a los jóvenes a sobrellevar la educación tradicional y en algún momento cambiarla, y así poder ayudar a quienes en muchos casos se encuentran sin saber cómo apoyar a su hijo a pasar la etapa más dura que tiene un ser humano que es la adolescencia, teniendo en cuenta la carga extra de sabiduría emocional que traen, la cual no encaja en absoluto con el ritmo de vida actual que tenemos.
   Yo no me considero especial ni mucho menos, pero a esta altura más gente de la que yo me imaginaba me ha dicho que no es fácil hacer lo que hice y me agradecen haber apoyado a Matías como lo hice, simplemente escuchándolo y tratando de entender (desde la nula sabiduría sobre estos temas) lo que me explicaba.
   Matías, hoy tiene 21 años y estamos juntos trabajando en esto, él pone su sabiduría y trabajo de muchos años y yo la organización.
Espero que si esta carta la lee un hijo, se la de a sus padres y que si la leen sus padres y quieren hablar con nosotros, estamos dispuestos a hacerlo, puesto que era lo que yo buscaba, cuando mandaba e-mail y hacía consultas, simplemente buscaba que me escuchara alguien y me diera alguna orientación sobre lo que estábamos viviendo.
   Desde ya todo mi agradecimiento a las personas que me acompañaron en esto y toda la fuerza para los padres e hijos que están en este momento viviendo lo que nosotros hemos vivido.Un abrazo, y suerte en este tercer milenio, que presenta no solo retos económicos sino también emocionales muy importantes.