Nací en la ciudad de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, Argentina. Es una ciudad de unos 90.000 habitantes ubicada en la Pampa Húmeda, a 164 km de la ciudad de Rosario y a 366 km de Buenos Aires capital.
Su nombre extraño se debe a una leyenda, en que, ya hace más de un siglo, Venado era un Fortín de Granaderos, soldados del Virreinato del Río de la Plata, llamado El Hinojo, en la frontera contra el indio. Cuentan que un Venadito de las pampas pasaba corriendo asustado cuando los indios se acercaban, y eso daba lugar a que los soldados supiesen de antemano que se acercaban a atacar y podían prepararse. Hasta el momento en que un indio se dio cuenta de esto y lanzó una flecha al venadito, la cual se clavó en el ojo. De esa manera, la población creciente homenajeó a este venadito tuerto por permitir la supervivencia del fortín nombrando a la población de esta misma manera. Venado es una ciudad con potenciales ocultos, que con miedo y vergüenza intentan escabullirse por entre los comentarios y juicios que aún permanecen recordándonos que a pesar de ser ciudad, no dejamos de ser un pueblo.
Recuerdo antes de nacer, que mi ángel me mostró un poco de mi ciudad, y me dijo que ésta sería mi hogar, mi lugar de nacimiento, pues era aquí donde mi labor comenzaría, pues es un lugar de grandes potenciales y riquezas. No obstante haber nacido en Venado Tuerto, soy de varios sitios más, a los cuales les debo el nombre de “hogar”.
Ambos están en España, ya que fue allí donde pasé mi adolescencia. Uno de ellos en especial fue más hogar que el otro, y éste es Artesa de Segre, en la provincia de Lérida, Cataluña. Una población de no más de 3.000 habitantes que viven de las tradiciones catalanas y que a pesar de estar apartado de centros urbanos conocidos, era rica en diversas culturas debido a la inmigración. Y el otro es El Papiol, en la provincia de Barcelona, donde me hice de grandes amistades. Debido a mi condición de nómada en el mundo a pesar de tener hogares concretos, me reprimo al decir que éstos han sido o son mis hogares, pues estoy seguro que aun hay muchos más por venir, ya que, en definitiva, el mundo entero es nuestro hogar.